La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.
Benjamín Franklin
Horas extra, estrés, agobio y otras mil cosas pueden nublar un poco tu enfoque o definitivamente dejarte perdido en una inmensidad de compromisos, tareas y obligaciones que no te dejan respirar. Este mes estoy tratando de definir muchas decisiones importantes para el próximo año, y puedo notar la dificultad para obtener un momento y pensar las cosas con tranquilidad.
La entrada anterior comentaba algunos pasos para multiplicar nuestra productividad, y es buenísimo ser una persona productiva, sin embargo a veces ser productivo no es suficiente, lo sé por experiencia, en varias ocasiones termino un proyecto e inmediatamente veo que hay dos o tres atrasados y eso da un sensación terrible de ansiedad.
Muchas veces olvidamos nuestros motivos en las listas de tareas interminables
¿Por qué trabajas donde trabajas?
¿Amas lo que haces?
¿Dónde quieres estar en uno o dos años?
Si estas estudiando ¿de verdad te apasiona esa profesión?
Si no tendrías que preocuparte por el dinero ¿a qué te dedicarías?
Son algunas preguntas que arrinconamos debajo de nuestro desorden, de nuestras hipotecas y préstamos y que tristemente la mayoría se arrepiente en sus últimos momentos de vida de no haberlas pensado antes.
Son pocas las cosas que se necesitan para ser felices, pero parece que hay una conspiración para tenernos distraídos de esa búsqueda
Necesitamos tiempo para reflexionar en nuestra vida, en nuestros valores y en las personas que amamos, para tomarnos un té o un café en silencio y escuchar nuestros pensamientos, nuestros miedos y nuestros anhelos. Porque ahí están esperando que les escuchemos.
La vida de un niño es un bonito ejemplo: un niño es feliz con su juguete preferido, con su amiguita predilecta y con un abrazo de papá o mamá, no necesita más. Sabe estar contento con esas cosas, y en la vida adulta no es tan diferente, lo que pasa es que no nos queda tiempo para saber qué es lo que buscamos, qué es lo que queremos.
Hay esperanza, mientras haya vida no te rindas en la búsqueda de la felicidad, comienza haciendo felices a quienes te rodean, con detalles sencillos, un abrazo, un desayuno, una sonrisa. Dedica tiempo a pensar en si tu día a día te llevan a dónde quieres ir.
Nunca es tarde para cambiar, para desempolvar la brújula y buscar en el mapa que todos llevamos dentro, ese horizonte maravilloso, esa felicidad que tanto anhelamos. Pero para ello necesitamos algo muy valioso, el tiempo.
Busca ese horizonte, está esperando por ti
Porque no hay nada mejor
que un monte, un rancho, un lucero,
cuando se tiene un “Te quiero”
y huele a sendas en flor…
Alfredo Espino
«Un Rancho y Un Lucero»
Puedes leer más aquí:
3 Caminos Erróneos Hacia la Felicidad
5 Arrepentimientos Comunes al Morir
Un rancho y un lucero. (Poema de Alfredo Espino)
Feliz Día 🙂