Este mes decidí que cada día eliminaría una cosa; el objetivo era eliminar aquellas cosas innecesarias o inútiles en mi vida y dejar espacio para las cosas verdaderamente importantes.

No me deshice de 31 cosas sino de “38 COSAS”, y créeme, es fenomenal dejar ir aquellas cosas que te anclan mental y físicamente.

Algunas fueron fáciles, como ropa que ya no uso,  mis libros que utilice hace diez años en mis primeros años como alumno universitario y que me acompañaron en dos mudanzas, pero que en estos diez años jamás los he abierto siquiera para hojearlos.

Otras no fueron tan fáciles porque tenía la idea que tal vez pudieran servirme en el futuro aunque hace año y medio que estaban guardando polvo en un rincón.

Otras cosas que se marcharon, fue  porque simplemente eran basura, cosas que no me sirven y que a nadie más podrán servirles, y están donde debían estar hace mucho tiempo, en el basurero.

Hoy veo mi espacio más amplio, mi mente más despejada, porque ya no me preocupo por la caja de ropa o la caja de libros de arriba del closet, hoy están en mejores manos, que los apreciaran, los utilizaran y volverán a cobrar vida, y he hecho espacio para libros que son de mi total interés, para proyectos que valen la pena, para la ropa que me encanta usar y para una cámara fotográfica con la que pienso darle más color a mi vida, al blog y para fotografiar aquellos lugares y proyectos que me apasionan.

Tener menos es asombrosamente liberador