El mejor homenaje que podemos hacer a todos los que se han ido es continuar viviendo.
-Alejandro Sanz
He perdido algunos seres queridos, familia y amigos. Ayer la muerte se llevó otra más, mi abuela materna.
El teléfono sonó anoche a las 10:45 pm una de mis hermanas menores me avisaba que repentinamente de un paro cardiaco murió nuestra abuela.
Hoy en la mañana he estado en casa de mi abuela, un aluvión de recuerdos me golpeó duro, mi abuela siempre fue muy buena con todos, era muy amable y hospitalaria, recuerdo mis días de niño corriendo con mis primos y primas jugando en la sala, comiendo tamales y pan dulce que cariñosamente cocinaba para toda la familia.
Un paro cardiaco es inesperado, no importa si eres rico o pobre si vives en una casa humilde o en una mansión, es totalmente sorpresivo y casi siempre mortal.
Por eso me surgen preguntas:
- ¿Por qué todo el mundo corre por acumular posesiones, riquezas si cuando morimos nada nos llevamos?
- ¿Por qué permitimos que otras cosas nos alejen de las personas importantes?
- ¿Por qué dejamos de lado nuestros sueños si la muerte puede llegar cualquier día y quitarte la vida o la de las personas que te rodean?
La muerte me hace reflexionar en la vida, en como estoy viviendo y como es importante el tiempo, nunca vuelve, se acaba y se lleva repentinamente personas irremplazables, corre y corre sin detenerse, no perdona, tampoco pide perdón ni permiso para tirarte al suelo.
Este día es triste para toda mi familia Guerrero, también para todos los que conocían a mi abuela Mesalina, pero me siento dichoso con haberla tenido como abuelita.
Jesús le dijo: “tu hermano resucitará.” Marta respondió: “ya sé que será resucitado en la resurrección de los muertos, en el último día.” Le dijo Jesús “Yo soy la resurrección (y la vida). El que cree en mí, aunque muera, vivirá
Juan 11:23-25 – Traducción Latinoamérica